Hace más de una década, pocos meses antes de mi graduación en 2012, visité a los pueblos indígenas Tagbanua en el Sitio Calauit, en Palawan. Estuve allí durante unos días y me pregunté cómo lograban sobrevivir sin electricidad, sin señal de celular y con apenas suficiente agua.
Tenían una escuela en la que las aulas estaban construidas sin un solo clavo. Curiosamente, los bambúes y la madera estaban unidos mediante nudos intrincadamente tejidos. La infraestructura de la comunidad se construyó a través del gulpi-mano, una tradición indígena de bayanihan.
Es difícil imaginar cómo comunidades como estas pueden sobrevivir en la actualidad. Mientras todos nosotros nos esforzamos por tener los equipos tecnológicos más avanzados, las comunidades indígenas intentan preservar sus conocimientos y prácticas tradicionales. Y, en realidad, podemos aprender mucho de ellos.
De hecho, los conocimientos indígenas pueden ayudar a resolver muchos de nuestros problemas ambientales. Según el Banco Mundial, el 36 % de los bosques intactos restantes del mundo se encuentran en tierras de pueblos indígenas. Además, aunque representan solo el 5 % de la población mundial, los pueblos indígenas protegen el 80 % de la biodiversidad restante del planeta.
Ellos se preocupan profundamente por el medio ambiente porque es donde viven. En Sitio Calauit, uno de los niños con los que hablé dijo que él era uno de los que regularmente participaban en la reforestación de manglares. Sus padres siempre le decían que su supervivencia dependía de ello.
Según la Universidad de las Naciones Unidas (UNU), la estrecha relación de los pueblos indígenas con la tierra les ha brindado información valiosa que ahora están utilizando para encontrar soluciones que les permitan enfrentarse y adaptarse a los cambios provocados por el calentamiento global. Están usando activamente su conocimiento tradicional y habilidades de supervivencia para probar respuestas adaptativas al cambio climático.
Por ejemplo, los pueblos indígenas en Guyana están trasladándose de sus hogares en la sabana a áreas forestales durante las sequías y han comenzado a plantar yuca en llanuras húmedas donde otros cultivos no prosperarían.
Incluso en el ámbito de la gestión sostenible de residuos, como en Ghana, están utilizando prácticas tradicionales innovadoras, como el compostaje de residuos orgánicos alimenticios para contribuir a la gestión de desechos. También tienen un sistema para reutilizar materiales, como la producción de cuerdas para cortinas y ladrillos de construcción a partir de plásticos reciclados.
Además, integrar la sabiduría tradicional con nuevas tecnologías producirá soluciones sostenibles tanto para las preocupaciones de las comunidades indígenas como para nuestros problemas ambientales en general.
Por ejemplo, el uso de sistemas GPS por los inuit para recopilar información de los cazadores, que luego se combina con mediciones científicas para crear mapas útiles para la comunidad. Otro caso es en Papúa Nueva Guinea, donde los conocimientos de los Hewa sobre aves que no tolerarían la alteración de su hábitat o ciclos de barbecho más cortos se registraron de una manera útil para la conservación.
Ha habido un creciente interés en los conocimientos de los pueblos indígenas debido a su fuerte conexión con el medio ambiente. Necesitamos su sabiduría, experiencia y conocimientos prácticos para encontrar las soluciones adecuadas a los desafíos climáticos y ambientales.
El camino a seguir es emplear la innovación indígena. Construyamos soluciones que integren la sabiduría tradicional con nuevas tecnologías. Esto fomentará formas innovadoras de pensar y también contribuirá a la protección y preservación de valiosos conocimientos, prácticas y sistemas tradicionales indígenas.